Nació en Santiago, Chile, el 5 de abril de 1891. Su padre, José Domingo Vicuña, pertenecía a una familia de la aristocracia chilena. Su madre, Mercedes del Pino, era de una familia humilde. En 1893 su padre muere y queda su madre con dos niñas, Laura y Julia, en la indigencia. Emigran a
Cuando escucha de una maestra que a Dios le disgustan mucho los que conviven sin casarse Laura empieza a sufrir mucho. Laurita, a su tierna edad, se duele muchísimo cuando Dios es ofendido. Ahora comprende la situación en que está su madre. Lejos de resentirse contra ella, decide entregar su vida a Dios por su salvación.
Laura comunica el plan al confesor, el Padre Crestanello, salesiano. El le dice: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto". Ella está resuelta en su ofrenda. Recibe la comunión a los diez años. Ese día se ofrece a Dios y es admitida como "Hija de María".
En casa, Mora la acosa pero ella se resiste, por lo que es echada a dormir a la intemperie. Después de esto, Mora no quiere pagarle la escuela pero la aceptan gratuitamente. Un día, cuando la niña vuelve a casa, Mora le da a Laura una paliza salvaje.
Hay una inundación en la escuela en pleno invierno. Laura pasa muchas horas con los pies en el agua helada, ayudando a salvar a las más pequeñas. Se enferma gravemente. La madre se la lleva a su casa pero no se recupera.
Laura pide a su madre que abandone a Mora y se convierta. Ella le promete cumplir su deseo. Sigue orando y ofreciendo sus sufrimientos intensos por su madre. "Señor: que yo sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve".
Entra en agonía y dice: "Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tu no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente". Mamá: ¿antes de morir tendré la alegría de que te arrepientas, y le pidas perdón a Dios y empieces a vivir santamente?
"¡Ay hija mía! Exclama su madre llorando, ¿entonces yo soy la causa de tu enfermedad y de tu muerte? Pobre de mí ¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo juro ahora mismo. Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es testigo de mi promesa. Estoy arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida".
Desde aquel momento el rostro de Laura se torna sereno y alegre. Ha cumplido su misión en la tierra. Ha sido instrumento fiel de